México en la OEA Emilio Rabasa

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El tránsito de la Guerra Fría a la globalización estuvo también marcado por el surgimiento, en el ámbito internacional, de numerosos organismos regionales y subregionales. Tan solo en nuestro hemisferio la Comunidad del Caribe (CARICOM), el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA, Centroamérica y República Dominicana), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), son algunos de los nombres más recurrentes en el espacio de las relaciones internacionales.

Frente a esta proliferación que parece no detenerse, cabe preguntarse por el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA), el más antiguo de todos ellos, fundado mediante la Carta de Bogotá de 1948. ¿Ha sido desplazada? ¿Ha perdido presencia en el Continente? ¿Cuál debe ser la función de la OEA dentro del mundo global y en particular en el contexto de este nuevo multilateralismo?

Íntimamente vinculado a las respuestas a esas preguntas, está la cuestión sobre el papel que juega México dentro de ese organismo sujeto al mundo cambiante de nuestros días, sobre todo si se tiene en cuenta que históricamente dos han sido las características de nuestro país respecto de la OEA:

1) su permanente presencia desde los prolegómenos históricos de su fundación en aquellos congresos panamericanos que convocara Simón Bolívar a principio del siglo XIX (el primero fue el de Panamá en 1826) cuando las nacientes repúblicas americanas surgían a la vida institucional, independientes de las metrópolis europeas, pasando por las Conferencias Interamericanas, la primera de las cuales fue en Washington DC en 1889, hasta la mencionada conferencia fundacional en Bogotá, a mediados del siglo pasado. México jamás ha dejado de estar presente en este largo proceso panamericanista; y

2) Su marca propia, que igual lo ha llevado en determinados momentos a actuar en solitario frente a todos los demás miembros, como fue en el caso de la expulsión de Cuba en los años 60s del siglo pasado, al que se opuso México, o bien a sumarse a importantes decisiones colectivas acorde con sus propios intereses, singularidad que le ha generado un respeto bien ganado. México pesa y pesa mucho en la OEA.

No han sido cambios cosméticos sino más bien transformaciones profundas las que ha experimentado nuestro Continente y que se han reflejado en la OEA, en los últimos veinte años. En el ámbito político el tránsito de diversas formas de autoritarismo hacia la democracia, si bien ahora con distintos grados de consolidación. Por lo que toca al ámbito económico y social, un crecimiento del PIB que tan solo del 2001 al 2010 pasó del 0.5% al 5.7%, lo que provocó un decremento en la pobreza en 24 millones de personas, no obstante que América Latina y el Caribe siguen siendo las regiones que presentan la mayor desigualdad de ingresos, por encima del continente sur asiático y el África subsahariana.

Paradójicamente ese desenvolvimiento democrático aunado al crecimiento económico, ha estado acompañado de altos niveles de inseguridad pública, que permea a toda la región de norte a sur, y de este a oeste.

En ese nuevo contexto la OEA, y México en ella, han ido decantando un perfil propio ajustado a la globalización mediante una serie de instrumentos internacionales en adición a la Carta de Bogotá, como la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Costa Rica 1969), la Carta Democrática Interamericana (Lima, Perú, 2001), la Declaración sobre Seguridad en las Américas (México, 2003) y la Carta Social de las Américas (Cochabamba, Bolivia, 2012). Todas ellas integran lo que podría considerarse la Constitución de la OEA.

Esa búsqueda de su nueva identidad acorde con las necesidades y frente a los nuevos problemas hemisféricos de cara al siglo XXI, ha hecho que hoy en día la OEA se haya enfrascado en un proceso de reforma a fondo, a fin de definir sus nuevos objetivos en ese nuevo mundo y ante esa realidad cambiante, proceso que se le conoce como la nueva Visión Estratégica (VE), y México ha sido electo para dirigirlo y encauzarlo hacia el 2015, cuando se renueve en mayo la Secretaría General del organismo.

En esa ruta ya se obtuvo un primer y significativo logro cuando en la Asamblea General apenas realizada en Asunción, Paraguay, a principios de junio, los ministros de Relaciones Exteriores ratificaran la resolución que por consenso y con aclamación fuese aprobada, después de extenuantes negociaciones, el 30 de mayo pasado, por los 34 representantes de los Estados-miembros en el Consejo Permanente y que dice así:

“La OEA es un foro hemisférico de carácter político compuesto por todos los países de las Américas que, por igual y de manera interdependiente, fortalece a la democracia, promueve y protege a los derechos humanos, impulsa al desarrollo integral, y fomenta la seguridad multidimensional, en favor del bienestar con justicia e inclusión social, de los pueblos de las Américas”

Democracia, derechos humanos, desarrollo integral y seguridad multidimensional constituyen los cuatro pilares sobre los que la OEA sustentará sus funciones propias diferenciándose de los otros organismos ahora existentes, pero también buscando sinergias y complementariedades con ellos.

En la nueva ingeniería de la OEA, a la declaración de fines o propósitos del organismo aprobada en Paraguay, seguirá la delimitación de los medios para conseguirlos, esto es, los objetivos estratégicos, que se traducirán en metas de planes y programas recogidos finalmente en un nuevo presupuesto bianual que será aprobado en Asamblea Extraordinaria en octubre-noviembre de este año.

 

Democracia

 

Uno de los ejes centrales de la OEA consiste en fortalecer a las instituciones democráticas de los Estados-miembros. No por extendida la democracia en nuestro continente, puede considerarse consolidada. Lejos de ello, en no pocos países se ha visto debilitada tanto frente a crecientes poderes fácticos, como al reposicionamiento expansivo del ejecutivo frente a los otros poderes estatales. La Organización deberá avanzar mediante la cooperación y la asesoría técnica en apoyar una gestión pública transparente, efectiva y moderna, propiciando espacios de diálogo entre las autoridades y la sociedad civil a fin de compartir experiencias y buenas prácticas. Las Misiones de Observación Electoral (MOES) deberán ser fortalecidas para brindar cada vez mayor garantía y certeza de elecciones transparentes y libres, como quedó demostrado en los recientes procesos electorales de El Salvador, Costa Rica, Honduras y Colombia, entre otros.

 

Derechos humanos

 

Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como la Corte Interamericana de Derechos Humanos son dos órganos de la OEA que tienen un bien ganado prestigio en la promoción y defensa de los derechos humanos cuando su transgresión no ha encontrado atención y solución adecuada en el ámbito nacional. No obstante el Sistema Interamericano necesita fortalecerse en tres aspectos: 1) la universalidad de sus instrumentos jurídicos a fin de ensanchar a sus estados-parte; 2) la situación financiera del sistema en su conjunto y a cada una de sus partes; y 3) el debido y oportuno cumplimiento de sus resoluciones.

 

 El desarrollo integral

 

No es esta una función que pueda y deba desarrollar la OEA por sí misma, ya que carece de las herramientas que tienen otros organismos e instituciones internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (ICCA). Por ello este pilar debe enfocarse en forma sistémica englobando a las demás instituciones y organismos del Sistema Interamericano y dejando a la OEA como el espacio para debatir sobre los problemas y soluciones a los desafíos del desarrollo integral.

 

La seguridad multidimensional

 

Este es uno de los pilares de la OEA que ha tenido mayores transformaciones al pasar del concepto de seguridad hemisférica propio de la Guerra Fría, al de seguridad multidimensional que recoge nuevos desafíos como el terrorismo y el crimen organizado, el narcotráfico, pero también desastres naturales y la pobreza crónica. Es ahora oportuno y pertinente vincular la seguridad al desarrollo social y elaborar planes de acción útiles a las sociedades de las Américas.

Es en la interdependencia de esos cuatro pilares en donde la OEA encontrará su nueva identidad, propia de un organismo multilateral modernizado y actualizado a un contexto global conformado por bloques regionales y subregionales en los que se construyen diversas formas y mecanismos de integración fundamental económica pero también con afinidad política y social.

Aunado a lo anterior o precisamente para darle viabilidad, es necesario reestructurar financieramente a la OEA mediante un sistema de cuotas que mejor distribuya las cargas de la Organización evitando su dependencia financiera de unos cuantos países. Finalmente de lo que se trata es de contar para el siglo XXI con una OEA solvente y relevante en la definición y atención de la agenda hemisférica. Y en ese propósito el papel de México ha sido y sigue siendo fundamental para la transformación de este organismo internacional.

 

Comentarios de los miembros del Seminario México

 

Emilio Rabasa. Universidad Nacional Autónoma de México.

 

La siguiente es la resolución aprobada por la Asamblea General de la OEA el 12 de septiembre de 2014:

 

AG/RES. 1 (XLVII-E/14)

ORIENTACIONES Y OBJETIVOS DE LA VISIÓN ESTRATÉGICA DE LA ORGANIZACIÓN
DE LOS ESTADOS AMERICANOS (OEA)

 

(Aprobada en la sesión plenaria celebrada el 12 de septiembre de 2014,
sujeta a revisión por la Comisión de Estilo)

 

LA ASAMBLEA GENERAL,

RECORDANDO que en su cuadragésimo cuarto período ordinario de sesiones reunida en Asunción, Paraguay, mediante la resolución AG/RES. 2814/14 (XLIV-O/14) aprobó la declaración de Visión Estratégica de la Organización, en los siguientes términos:

 

“La OEA es el foro hemisférico de carácter político compuesto por todos los países de las Américas que, por igual y de manera interdependiente, fortalece la democracia, promueve y protege los derechos humanos, impulsa el desarrollo integral, y fomenta la seguridad multidimensional, en favor del bienestar con justicia e inclusión social de los pueblos de las Américas.”;

 

TENIENDO PRESENTE el informe del Presidente del Grupo de Trabajo del Consejo Permanente de la Visión Estratégica de la OEA, documento CP/doc.5050/14;

 

RECORDANDO con gratitud y aprecio la presentación del Secretario General al Consejo Permanente del documento titulado “Una visión estratégica de la OEA” (CP/doc.4673/11) en febrero de 2012, así como la versión revisada (CP/doc.4673/11 rev. 1), presentada en abril de 2013;

 

CONSIDERANDO que mediante dicha resolución la Asamblea General encomendó al Consejo Permanente que por medio del Grupo de Trabajo sobre Visión Estratégica, continúe las deliberaciones y finalice el proceso de la construcción de la Visión Estratégica sobre la base de los aportes presentes y futuros de los Estados Miembros, tomando en cuenta los proyectos de las orientaciones y objetivos estratégicos propuestos en los anexos A y B del informe del Presidente del Grupo de Trabajo; y

 

RECORDANDO ASIMISMO la encomienda de la Asamblea General al Consejo Permanente que presente a la consideración de la Asamblea General en sesión extraordinaria antes del 15 de septiembre de 2014, una propuesta de las orientaciones y objetivos estratégicos que deberán sustentar la Visión Estratégica, a fin de que se vean reflejados en el Programa Presupuesto 2015 – 2016 de la Organización,

 

RESUELVE:

 

1. Aprobar los Objetivos Estratégicos contenidos en el Anexo I de la presente resolución, para el fortalecimiento institucional, para la gestión administrativa, y para cada uno de los pilares definidos en la Visión de la Organización: Democracia, Derechos Humanos, Desarrollo Integral y Seguridad Multidimensional.

 

2. Encomendar al Consejo Permanente continuar el desarrollo de la Visión Estratégica mediante las siguientes acciones encaminadas a alcanzar, con coherencia, unidad y dirección, los objetivos señalados en el párrafo anterior:

 

a) La elaboración de un plan estratégico integral de la OEA.- Desarrollar un Plan Estratégico Integral cuatrienal con planes de trabajo para cada uno de los cuatro pilares, así como para la gestión administrativa y el fortalecimiento institucional, tomando en cuenta, entre otras, las orientaciones señaladas en el anexo II. Estos planes deberán ser elaborados con base en criterios de interdependencia, nivel de impacto, viabilidad, valor agregado, no duplicación y sostenibilidad financiera.

 

b) El diseño de herramientas y mecanismos de mejora de la gestión.- Dotar a la Organización de instrumentos de gestión adecuados para propiciar la interacción armónica de los pilares, así como el establecimiento de indicadores de desempeño, a fin de que la Organización cuente con información cuantitativa y cualitativa de los resultados e impacto en la implementación del plan estratégico.

 

c) El establecimiento de mecanismos para la evaluación.- Medir del cumplimiento del plan estratégico y valorar los avances y cambios generados desde su puesta en marcha.

 

3.  Encomendar al Consejo Permanente la creación de un grupo de trabajo Ad Hoc encargado de definir, conjuntamente con la Secretaría, los planes a que se refiere el numeral 2.a de esta resolución, incorporando el proceso de priorización de mandatos.

 

4.  Encomendar al Consejo Permanente, someta a consideración de la Asamblea General de 2016, lo señalado en el segundo párrafo resolutivo.

Anexos de la resolución AG/RES. 1 (XLVII-E/14)

Emilio Rabasa

Embajador Permanente de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, DC. Doctor en Derecho por la UNAM y Maestro en Filosofía y Ciencia Política por la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

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